TURÓ DE LA ROVIRA



  La natura al llarg de l'any

 FINALS D'HIVERN
 

Bus: 92, 24, V17

Per pujar als búnquers (antiaeris) preferixo agafar pel carrer Gran Vista fins que arribo a la Plaça de la Mitja Lluna, on comença el parc del Guinardó. Des de la plaça, a la dreta, per damunt de Gran Vista, comença un carrer que fa una mica de pujada (es porta bé). Mentre pujo, a la dreta, veig la serralada de Collserola, Sant Joan d'Horta,  Mundet, Sant Genís, la noria del Tibidabo girant les llumetes i al fons el mar. I amb la imaginació el temps desapareix i arribo a Sitges, al passeig per on anàvem fins el Terramar, fa anys, amb bicicleta amb la meva filla. Jo en portava una de platejada; ella una de verda amb el casc a conjunt, tan menuda com era, la Paola, pedalejava ràpid i sempre anava la primera.

Al mirador dels bunquers, els dies que hi poca gent (últimament és difícil) tinc la sensació d'estar suspesa al damunt de Barcelona, amb les cases a baix que semblen de joguina i els carrers llargs que arriben al mar. A l'horitzó l'aigua i el cel es barregen i semblen no acabar-se mai. Es va fent fosc i es van encenent els llums taronges, ara en una banda, després en una altra, tot un món de ciment ple de reflexes fins el port i Conreria amunt.

PRIMAVERA




ESTIU

 




CUANDO EN BARCELONA LLOVIERON BOMBAS

Marzo de 1938. Barcelona todavía no es consciente de ello, pero acaba de ganarse un hueco en la historia como la primera ciudad bombardeada de manera sistemática contra la población civil. Los objetivos militares se han difuminado hasta casi desaparecer: ahora, los aviones abandonan las bases aéreas de Mallorca con el propósito de generar el caos, mermar la moral de la población y crear un reguero de heridos cada vez más difícil de asumir. La crueldad siempre acepta nuevos matices. Y la Barcelona republicana, para quien las batallas de la Guerra Civil quedan todavía lejos, está a punto de descubrirlo con la vista fijada en el cielo.
Bombardeo de Barcelona el 17 de marzo de 1938
La tarde del 16 de marzo de 1938 la aviación italiana y alemana, siguiendo órdenes de Mussolini, se abalanza sobre la ciudad. No es el primer ataque aéreo a Barcelona, pero se convertirá en el más intenso y crudo: las bombas caerán durante más de 40 horas, día y noche, con un sistematismo escalofriante. El objetivo es el centro de la ciudad y, por consiguiente, la población civil. Del 16 al 18 de marzo se contabilizarán 979 muertos, 1.500 heridos y 76 edificios destrozados por completo. Para comprender la magnitud del ataque basta con conocer las cifras totales de todos los bombardeos sobre Barcelona a lo largo de la Guerra Civil española: 2.750 muertos, más de 7.000 heridos y más de 300 edificios destrozados (unas cifras, por otro lado, que se cree que podrían ser mucho mayores).

LA DEFENSA PASIVA: A LOS REFUGIOS

Este episodio, uno de los más sangrientos de la Guerra Civil, demuestra que Barcelona no estaba preparada para los bombardeos. La defensa activa en la ciudad condal fue muy débil: aunque se instalaron defensas antiaéreas en lugares como Montjuïc, el Turó de la Rovira o Can Tunis, los radares como los conocemos no existían todavía, y detectar y localizar a un enemigo cada vez más ingenioso era complicado. Derribarlo, casi utópico.
Las defensas antiaéreas del Turó de la Rovira hoy en día
Refugio de la Plaça del Diamant (Refugio 232)
Por lo tanto, todos los esfuerzos se concentraron en la defensa pasiva. En el subsuelo de Barcelona se excavaron más de 1.400 refugios antiaéreos para dar cobijo a la población durante los bombardeos (como alternativa se utilizaban, también, los túneles del metro). Aunque pocos refugios se conservan, hoy en día es posible visitar algunos, como el Refugi 307 del Poble Sec o el protagonista de este artículo, el refugio de la Plaça del Diamant, o refugio 232.